Normalmente las historias de vida en educación tienen como protagonistas a maestros y maestras de una dilatada carrera docente. Sus comienzos, su evolución, sus testimonios y su identidad docente suelen ser los pilares sobre los que se construyen estos relatos. A Maria Graciela Paez es nuestra protagonista, tiene 58 años, jubilada desde hace un año de maestra de enseñanzas prácticas en peluquería y cosmetologia, peluquera, mamá de dos hijas, abuela, ha pasado una vida sobrepasando dificultades y con mucho amor y dedicación a su profesión y a su hogar. Ahora San Juan decidió entrevistarla para dar a conocer ,desde otra mirada, un poco más acerca de las maestras de escuelas de capacitación laboral, algo que poca veces vemos en nuestros medios.
Graciela, como le gusta que la llamen, nació y vivió en Colola, Iglesia, al noroeste de nuestra provincia, en un ambiente cordillerano, donde el viento helado era una constante de su vida. Recuerda a su niñez con mucha emoción: “En Iglesia me crié junto a diez hermanos, éramos once en total y mis dos padres, fue una infancia de campo, dura, sin los servicios básicos como los hay ahora. Cada uno de los hijos intentábamos ayudar en casa para que no falte la comida de cada día. Teníamos poco pero nunca se faltaba a la escuela. A medida que íbamos creciendo cada uno intentaba forjar su camino.” Es así, que Graciela nos cuenta que con 12 años se tuvo que mudar a la capital de San Juan para buscar un trabajo y seguir estudiando. “Antes se usaba, por necesidad, obvio, que los chicos nos íbamos jóvenes de nuestras casas cuando éramos muchos hermanos y no había oportunidades para todos en el pueblo. Yo soy la anteúltima hermana, y me tocó irme después de tener a varios hermanos que se habían ido a la capital de San Juan y otros al sur de Argentina.”

La llegada a la Capital de San Juan, fue realmente difícil porque no encontró su lugar inmediatamente.“Llegue ilusionada a la capital porque una de mis hermanas me había conseguido un trabajo cama adentro con una familia y porque tenía de apoyo a mis dos hermanas que ya estaban acá, pero todo no resultó como esperaba porque el trabajo que tenía que hacer era cuidar a dos niñas con discapacidad y pesaban el doble de lo que yo pesaba, era muy delgadita y la verdad es que empecé a sufrir de dolor de espalda, dolores de cabeza y lamentablemente no pude seguir, porque las niñas me necesitaban completa, necesitaban toda mis atenciones. Así que me tuve que ir de ese hogar muy apenada.”
Al tiempo de esta frustrante situación, Graciela encontró un trabajo que le dio su hermana y fue como empezó a cambiar su vida para siempre “Me recomendaron para una casa céntrica, para ayudar a la señora de la casa que era viuda y vivía sola junto a la casa de un hijo y su familia.Tenía que hacer la limpieza y me podía quedar a dormir. Realmente junto a Antonia mi vida cambió para siempre porque fue una verdadera bendición, ella me adoptó como su hija y bregó para que yo siguiera yendo a la escuela, para que terminara mis estudios y para que tuviera mis cosas. Era una mujer extraordinaria, con ella viví años hermosos y me dejó el mejor regalo, su familia que ahora también es la mía.” Cuando Graciela habla de estos momentos se emociona porque se reconoce tan pequeña, inocente pero valiente y motivada a cambiar su vida por una mejor. “Yo era muy chica, inocente y de pueblo pero con ella aprendí cosas del día a día, fue mi segunda mamá, y sus hijos han sido y aún lo son parte de mi vida.”
Los porqués de su decisión de ser maestra también tuvo que ver con el hogar donde estaba viviendo, Antonia y la esposa de uno de sus hijos la incentivaron a tomar esta decisión. “Empecé a ir a estudiar a una escuela de capacitación laboral, estudié peluquería y cuando terminé, en casa, me empezaron a dar ideas para estudiar algo más y así fue como empecé a cursar para ser maestra de enseñanzas prácticas.Y fue así que empecé mi vocación.”

En el medio de todo lo recorrido conoció a Ricardo, su actual esposo, con quien lleva casada 35 años y tienen dos hijas y una nieta, cuando le preguntamos si hubo tiempo para el amor nos comentó, “con Ricardo veníamos de abajo, el con una historia también muy particular, los dos perdidos entre tanta ciudad y gente nueva, asi que cuando nos conocimos logramos entablar una amistad y amor correspondido, estuvimos tres meses de novios y nos casamos. Antonia y su hijo Adolfo fueron nuestros padrinos de boda y el gran gesto fue que Antonia nos prestó su casa para hacer la misma. Ricardo amaba a Antonia como yo”.
“Con el tiempo Adolfo y Susana, su esposa, pasaron a cumplir un rol muy importante, ella fue la madrina de mi primera hija y los llamamos padrinos para toda la vida. Son mi familia incondicional. ”
De eventualidades e incongruencias vividas en la formación inicial y en el comienzo de su docencia, su ideal docente y su posición frente a la formación continua, constituyen los ejes sobre los que gira esta historia de vida también. “Fui docente por más de treinta años,casi todos mis años los cumplí en la escuela de Santa Lucia, Juan Ramirez de Velazco, cerca del matadero y de una villa muy conocida en San Juan, esa escuela ha sido mi segunda casa, la he visto cumplir cincuenta años y he pasado por la compañía de muchas compañeras docentes como yo ”.
Como cada historia de vida docente, este relato tiene sus márgenes personales e intransferibles, aquellos que pertenecen a Graciela de una manera más íntima y que dan cuenta de su singularidad como persona. “He vivido como docente de todo. Mi trabajo consistía en darle clases a personas desde los doce años hasta la edad que se te ocurra, las clases se dividen en teóricas y prácticas. Las teóricas eran de todo lo más tranquilas aunque mis alumnas, casi todas mujeres, pocas sabían leer o escribir bien, muchas no habían terminado el secundario ya que podes ingresar a la escuela bajo esas condiciones. Y para las prácticas es cuando más esfuerzo hay que poner porque son veinte o a veces treinta alumnos haciendo las prácticas de trenzas, de peinados, de corte y de todo lo que tiene que ver con peluquería, manicura y cosmetología. Y cuando estas en primer año todos tienen sus dudas y aunque el pelo crece como siempre digo, un error puede hacer que el cliente o la persona que «prestó» su cabeza para las prácticas se enoje.”


Le preguntamos a Graciela cómo funcionan las prácticas y esto nos contó “Los alumnos son los encargados de llevar a sus propios “clientes ”, así les decimos, porque simulan ser los clientes que tendrán en un futuro si se dedican a esta profesión. Teníamos una planilla para cada alumno y en ella se va poniendo cuantas “cabezas ” llevó y qué trabajos le realizó y las notas. Depende si los chicos están en primero, segundo o tercero son las prácticas correspondientes. Ellos llevan a sus familiares, amigos o practican entre sus propios compañeros. A veces me ha pasado de que algunos me argumentaban que no tenían a quien llevar asi que tenía que llevarles yo personas para que practiquen, conmigo ningún alumno o alumna tenían excusas. Todos me cumplían o los hacía cumplir ”, cuenta entre risas nuestra entrevistada.
“Es que yo quería que ellos se esforzaran y buscarán la forma de salir adelante como lo hice yo, todos mis alumnos venían de situaciones vulnerables y de lugares humildes. Eso no es una excusa para no ser mejores, les decía. Y la mayoría de mis alumnas eran mamás, algunas muy jóvenes y otras grandes en edad y cuando empezaban a faltar las llamaba para preguntarles y decirles que si seguían faltando ya no podrían pasar de año, y ellas me decían que no podían ir por los niños, entonces yo les decía que las quería al dia siguiente con los niños en clases, que no importaba. Es así, que mi aula estaba llena de mamás y sus hijos aprendiendo. A los niños los ponía a dibujar o jugaban en el patio mientras sus mamás tomaban clases y muchos de esos pequeños me hacían carteles o cartas que aún guardo en casa. Incluso muchas de mis alumnas se quedaban embarazadas durante el cursado y cuando lo tenían al bebe, lo llevaban a clase y yo se los tenía mientras ellas aprendían.Otro problema para ellos eran los materiales, así que cuando no tenían plata les ponía los materiales yo para que ocuparan, porque los primeros años la escuela no tenía de todo como ahora, había que llegar a tener tijeras, secadores,lavacabezas o incluso algodones para trabajar. No me importaba poner de mi sueldo si yo veía que ellos respondian como alumnos.”


La experiencia y el amor docente le ha dado a Graciela el reconocimiento de sus compañeras, amigos, alumnos y de los hijos de sus alumnos como el de su familia. “Cuando uno empieza a trabajar tan joven, no se da cuenta de lo que está construyendo en la vida de cada uno de los que pasan por el aula. Yo me he cruzado a mis alumnas por la calle ya más grandes y me cuentan de donde trabajan o que han puesto su propio emprendimiento. A veces,no puedo creer cómo están sus hijos de grandes y que me sigan recordando como la seño.”
Las representaciones áulicas, las experiencias y las prácticas de formación cambiaron mucho en la pandemia y fue una época que también pasó Graciela como docente“Viví mis últimos dos años de docencia en pandemia. Fue horrible todo, por el desorden educativo que había a nivel general. Perder el contacto con mis alumnos y no poder enseñarles en vivo y en directo fue lo peor. Sumado a que no me llevo bien con la tecnología, pero los maestros estamos en un aprender constante por eso me da bronca cuando se desvaloriza nuestro trabajo desde los gobiernos o en cualquier área. Aprendí junto a mi hija más pequeña a hacer videos, mandar tutoriales por Whatsapp y estuve más en contacto con mis alumnos por medios telefónicos.Fue muy duro para mi y para ellos, muchos ocupaban teléfonos que no eran de ellos incluso. En el medio falleció una compañera de trabajo, una docente como yo.Todo fue difícil para mi y mis compañeras, como una película pero de miedo”, nos cuenta nuestra entrevistada entre lágrimas.


¿Es imprescindible tener vocación para ser maestro?¿Es más importante la vocación en la docencia que en el ejercicio de cualquier otra profesión?, le preguntamos a nuestra entrevistada. “ Yo siempre he ido por el camino más largo, por el que más me ha costado en mi vida personal y como maestra, con esto te quiero decir que he sido una insistidora serial para que mis alumnas se reciban y cumplan sus metas, me importaba lo que las detenía y las ayudaba en todo, me involucraba muchas veces más de lo que como docente me correspondía. Han sido mis hijos y sus hijos mis nietos de la vida, éramos una gran familia en el aula. Eso sin vocación no se logra. Y eso hacen la mayoría de los docentes a quienes les importa sus alumnos.La escuelas de capacitacion laboral muchas veces son invisibilizadas por la sociedad, se desconocen pero a todos nos gusta,después, cortarnos el pelo, tener un buen plomero en casa, arreglar la ropa, tener un carpintero de confianza. Es un verdadero nido de oficios para la sociedad sanjuanina”.
Al finalizar nuestra entrevista, Graciela nos dice que aun ahora recuerda el nombre de cada uno de los alumnos y alumnas a los que ha dado clase, que sigue teniendo contacto con sus compañeras docentes y con su escuela amada. Su historia contada desde el recuerdo y el sentimiento más puro es parte del reconocer y desde una progresiva toma de conciencia de lo que hacen los docentes que pasan por nuestras vidas.

Escuela de Formación Profesional y Capacitación Laboral
Las Escuelas de Formación Profesional y Capacitación Laboral estan centrada en la adquisición de saberes y competencias requeridas para obtener, generar o mantener un trabajo digno cuando los alumnus se reciben de ellas.
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