«Maradona no debió adaptarse a Medio Oriente sino que Medio Oriente debió adaptarse a Maradona» esto dice el periodista freelance que vivía en Emiratos Árabes cuando el ídolo comenzó su etapa más desconocida como técnico, y desde entonces estuvo seis años a su lado. «Decido hacer una permanente apología del agradecimiento», dice respecto de su obra que ya va por la segunda edición.
Ashid Alí García siguió de cerca una de las etapas más desconocidas del jugador más mediático del mundo. El periodista vivía en Dubai cuando Diego Armando Maradona firmó para Al Wasl, el club que dirigió de mayo de 2011 a julio de 2012. El vínculo entre ambos empezó en ese equipo pero se prolongó durante seis años, siempre en Medio Oriente, lapso suficiente para que este bonaerense hincha de Deportivo Merlo publicara “Alhamdulillah – Gracias a D10S”, un libro de edición independiente que ya va por su segunda tirada y puede conseguirse a través de sus redes de Instragram, Facebook y Twitter, @rashidaligarcia. “Solo fui un cronista independiente, además maradoniano desde siempre, que tuvo la fortuna de trabajar cerca de uno de los personajes más relevantes de la historia. Y no solo que no me molesta, por el contrario: decido hacer una permanente apología del agradecimiento”, dice Rashid, también una voz autorizada para hablar del Mundial Qatar 2022.
Fue el contexto más peculiar en la vida de Diego. Llegar y rápidamente empezar a trabajar en una región con cultura, costumbres y religión tan diferentes a Occidente significó una necesidad de transformación radical de hábitos respecto a Buenos Aires o Nápoles. Esa adaptación a un medio tan novedoso se notó, sobre todo, en las dificultades iniciales de interacción con los futbolistas y en los desencuentros con la dirigencia y hasta con los árbitros. Pero después la adaptación fue bastante rápida y, al cabo de unos pocos meses, Diego ya había conseguido mayor fluidez en esas relaciones. Por esto, fue una lástima que su primer club (Al Wasl, de mayo de 2011 a julio de 2012) haya decidido despedirlo justo cuanto él volvía a sentirse dominante del medio y su desempeño como entrenador iba en camino a mejorar en esa trunca segunda temporada. De ahí en más, y durante el resto de su estadía en los Emiratos (entre 2017 y 2018 dirigió al Al-Fujairah), Maradona fue siempre el Maradona que todos conocemos. Yo digo que, finalmente, no fue él quien debió adaptarse a Medio Oriente, sino que Medio Oriente debió adaptarse a Maradona.

“Maradona tenía una doble relación con la fama. Esa doble relación fue más palpable que nunca durante su paso por Emiratos. Por un lado, la posibilidad de caminar, conducir o hasta ir al supermercado casi en el anonimato o sin ser molestado aun cuando alguien lo reconocía. Y, por otro, siempre se le notó que por momentos echaba de menos ese calor popular, y pasional, que él mismo reconocía que lo alimentaba. Ha llegado a quejarse por la escasa cantidad de público en los estadios emiratíes o, esto me tocó sentirlo en primera persona, siempre conseguir en las notas que daba el título que repercutiera en Argentina y resto de Occidente, aun desviándose del guion en entrevistas pautadas solamente para hablar acerca del desempeño de su equipo”.
“El haber trabajado con Maradona partió mi carrera en dos. De ser un periodista trotamundos y anónimo que iba buscando sus espacios día tras día a tener un reconocimiento que se dio solo a partir de la relación con Diego. En persona me tendió su mano en situaciones personales, me permitió conocer lugares y personas inalcanzables y me abrió las puertas de su casa, con lo que eso implica para un cronista freelance. E indirectamente también me abrió puertas inimaginables y ayudó a zanjar situaciones, en algunos casos, extremas”.
El periodista habló del Mundial de Qatar y dijo estar seguro que será una fiesta de un mes, como suele ocurrir con estos acontecimientos, que logran abstraerse de la realidad del país que los alberga e, incluso, de las condiciones con las que cada país consigue ser el organizador. Ya está claro que todo lo que rodeó a este Mundial, desde el mismo momento de su adjudicación, ha significado una de las páginas más oscuras en la historia de FIFA, una más. Pero ahora ya no hay vuelta atrás y estimo que el régimen catarí tiene claro que deberá disponer de una suerte de veto o flexibilización temporal de sus propias leyes de modo que su imagen ante el mundo sea beneficiosa para sus intereses de expansión económica a nivel global.