Las aventuras adolescentes de Gabriel Patrono y Juan Faraone, dos fotógrafos aficionados y amantes de la música que recorrieron los años 80 en cuanto show y centro cultural pudieron, fueron rescatadas en “Prohibido ingresar con cámaras fotográficas”, una exposición virtual que puede verse aquí.
De la mano de Divagario, la productora autogestiva de documentalistas, escritores, músicos, animadores y editores, llega una selección de 144 imágenes que muestran los primeros años desde el regreso de la democracia bajo la lente y la mirada obnubilada de dos jóvenes que llevaban su cámara escondida entre la ropa y tomaban fotografías desde el público.
Se trata de una exposición online de fotos inéditas tomadas a músicos argentinos por dos fotógrafos “amateurs” durante las décadas del ’80 y del ’90.
“Con Juan, un amigo del barrio, salíamos a ‘robar’ imágenes de la escena musical de los ’80 y aquí están”, se presenta Patrono, blanqueando la situación: las fotos fueron hechas “por izquierda”, sin permisos ni acreditaciones, ingresando a diversos lugares con las cámaras escondidas entre las ropas y los zooms escabullidos en mochilas. “Incluso, no sabemos de quién de los dos es cada foto, porque nos pasábamos la cámara de mano en mano todo el tiempo”, se ríe el reportero.
De no haber sido por tales atrevimientos, tal vez no se estaría accediendo hoy a desconocidos registros de Charly García a punto de estrellar su guitarra contra el piso en un Obras ’88; de la “Negra” Sosa tocando la caja con una sonrisa inmensa como su canto en el Pueyrredón de Flores (año ’91); del “Polaco” Goyeneche tomado de la mano de Jorge Donn, en aquel inolvidable Rex del 92´; de Luis Alberto Spinetta, ofreciendo una clínica de música popular y contemporánea en el Centro Cultural Recoleta (1986); de León Gieco y Leda Valladares presentando el nodal Grito en el cielo en el Auditorio del Banco Nación (1985); de Miguel Abuelo en plena performance –con remera de Joy Division- en el Obras del ’87; o de Litto Nebbia al piano en el Teatro San Martín.
«Tuve la suerte de entrar en la adolescencia con el inicio de la democracia y en pleno fervor de bandas creativas, inspiradas y estimulantes», continúa Patrono.
«Con la información que tenía a causa de mi curiosidad, iba a todos los shows que podía con o sin entradas, y me quedaba cerca de Obras o en los espacios para recitales con ansias de entrar, aunque sea para las canciones finales, cuando abrían las puertas para la gente que se retiraba. Con Juan nos metíamos corriendo con la camarita de fotos en la mochila con el fin de sacar algunas en los bises, o simplemente para ser dos testigos más de un momento único”.
El trabajo de imágenes está dividido en cuatro rollos, cada uno con dos secciones de 18 fotos cada una, y se llevó a cabo mediante el rescate de negativos originales digitalizados por Giuliana Trucco, y producidos por Divagario, productora autogestiva de documentalistas, escritores, músicos, animadores y editores, cuyo propósito es generar producciones de música original para artes escénicas, discos y variadas ediciones digitales.
“Fue una experiencia que me marcó la vida… todo lo que hice posteriormente en gestión cultural, cine y música está signado por ese inicio”, refiere Patrono, a la sazón creador del colectivo cultural La Nave de los Sueños.
“Tenía 13 años cuando empecé a ir a todos los recitales que podía y con Juan se nos ocurrió dejar un documento de la escena musical de ese momento. Entonces pedimos una cámara prestada y, como nos salían mal, oscuras y fuera de foco, nos anotamos en una escuela de fotografía en Ramos Mejía”, se ríe el fotógrafo, que destinaba aquel material para regalar a amigos, intercambiar con aficionados que andaban en la misma, o incluso llevarle a los músicos retratados.
“Nunca se me ocurrió acreditarme ni llevar las fotos a algún medio de prensa. Tampoco conocía gente del medio ni sabía de la estructura de un show. Más bien, se trataba de la fascinación de dejar un registro y vivir una aventura. Estaba contento con sacar esas fotos y compartirlas con la gente cercana. Digamos que era consciente de la importancia del momento y siempre fui muy consumidor de todo lo relacionado con la cultura rock”, evoca Patrono, que recuperó varios de los negativos treinta años después en San Justo, en la casa de sus padres.
A continuación, un poco del registro fotográfico.
Charly García.

“Esa foto que Charly tiene las manitos cruzadas forma parte de una serie de shows que dio en Obras. Era la época de Parte de la religión. Como nos pasaba casi siempre, nosotros íbamos como espectadores a los recitales, no estábamos acreditados como fotógrafos ni como periodistas, éramos dos pibes de 15 años parte del público. Ese día estábamos en la popular del estadio, arriba del todo. Cuando terminó, antes de que hicieran los bises, bajamos, salimos del estadio, volvimos a entrar corriendo por la puerta de ingreso principal y nos mandamos para adelante. Esa foto refleja bien lo que era sacar desde el punto de vista del público”.
Dana Winnycka.

“Esa foto de Danais Winnycka es del 85 en el Centro Cultural San Martín. Nos parecía que estaba bueno rescatarla porque en los años 70 ella fue la guía espiritual de Arco Iris. Años después, cuando hicieron su experiencia en Estados Unidos, ella pasó a ser parte de la banda y a tocar la percusión. Era un personaje bastante misterioso del rock argentino del que hay poco material y pocas fotos. Estaba bueno rescatar su figura, siempre estuvo y nunca se la vio; esta reconfiguración histórica hace que muchas minas que estaban y no salían en la foto, pero si estaban y hacían cosas poderosas, puedan tener su reconocimiento”.
Hilda Lizarazu.

“Ese fondo celeste es muy característico del Anfiteatro La Plaza. A mediados de los 80 y principios de los 90 hacían conciertos durante la semana, los martes o miércoles, a las 5 de la tarde. Era un horario fabuloso porque la gente salía de laburar e iban a ver bandas ahí. Por el look que tiene Hilda en esa foto, debe ser de la época del primer o segundo disco de Man Ray. Estas fotos, además, las sacaba y se las regalaba a los artistas, por eso tardamos tanto en recuperarlas. Tuvimos que rescatar los negativos originales que estaban en una caja en la casa de mi mamá en San Justo”.
Luis Alberto Spinetta.

«Esa foto debe ser del 86 u 87 en el Cine Teatro Belgrano, en Ramos Mejía. Es el testimonio de una época y de espacios que ya no existen más. Después de sacar sus discos, el Flaco salía de gira por los barrios. Tuve la suerte de encontrarme con él al año siguiente en un boliche chiquito que se llamaba Shams y se la regalé. Ese día, cuando le llevé la foto, lo fue a ver Astor Piazolla. Él ensayaba en Shams porque le daba la posibilidad de armar todo mirando al público. El Flaco había ido a verlo en unos ensayos y ese día Piazzolla fue a devolverle la gentileza de verlo”.
Mercedes Sosa.

“Nosotros teníamos un grupo en ese momento, Entre Las Medias, una banda pop entre amigos. Teníamos la ilusión de acercarle un cassette para que nos escuche. Ese día fui a verla, era principio de los 90 en un teatro de Flores. Cuando terminó el show, le acerqué el cassette a un costado mientras esperaban para volver a subir y hacer los bises. Como no tuvo tiempo de dárselo a un asistente, subió al escenario a cantar con nuestro cassette en la mano. Muchos años después se la mandé a través de su hijo y le recordé la historia”.
Miguel Abuelo.

“Esa foto es de un show en Obras, Miguel tenía su remera de Joy Division y estaban presentando el disco Cosas mías. Eran los últimos shows de Miguel y tenía el magnetismo, esa personalidad, esa magia y ese ángel para estar arriba del escenario. Cuando el tipo miraba al público, vos pensabas que te estaba mirando a vos. Le sostenía la mirada a 4 mil personas. Me queda el lindo recuerdo de haber estado en ese show. Ese día no había ningún otro fotógrafo que no fuera yo, un pibe de barrio que sacaba por sacar y no trabajaba para ningún medio”.
Moris y Pajarito Zaguri.

“Es un gran recuerdo para mí; en ese momento era muy amigo de Pájaro. Había ensayado en mi casa de una forma muy fortuita, nos habíamos conocido en una pizzería de casualidad. Él había grabado el disco En el 2000 también, su regreso al blues y al rock más barrial. De ahí fuimos a verlo a Moris en Parque Centenario y se dio ese encuentro mágico: cuando volvían a tocar, revelaban la magia de los inicios del rock argentino. Ellos habían sido los integrantes de los Beatnicks. El que se ve en un costado es Antonio Birabent, tenía 18 o 19 años y recién estaba subiendo a los escenarios”.
Los Violadores.

“Eso es en Parque Sarmiento, el mismo día de la foto de Fito Páez. Me causa gracia que Pil Trafa tenía puestas unas rodilleras, pero era la estética bien de combate. Estaban presentando el disco Mercado indio, el del año 87. Realmente sonaban muy bien. Era un gran momento de la banda y ya de proyección internacional para ellos”.
“Mi amiga Giuliana Trucco digitalizó todo lo que encontré en la casa de mis viejos y armamos el lanzamiento de Divagario en formato digital, para que no se nos pasen las ganas de darle a la gente alguna alegría en un año tan duro”.
La mayoría de las fotos que figuran en la muestra digital fueron tomadas por una cámara de 110 mm, con negativos pequeños que se usaban varias veces, y atentaban contra la claridad de las imágenes. Tales condiciones, empero, no impidieron que se esté asistiendo a retratos de una época que marcó a fuego la vida de millones de jóvenes, e incluso mejoraron cuando el padre de Faraone les trajo a los entusiastas jóvenes una cámara de visor fijo, desde Italia. “Entramos en la fotografía apasionados por el hecho de dejar un documento, un punto de vista sobre la escena musical y social que habitábamos. Y creo que esta muestra resume bien la intención”, cierra Patrono.