El 19 de abril de 1961, Estados Unidos sufría la primera derrota militar a manos de los milicianos cubanos, que junto al pueblo en armas defendió la Revolución.
La humillante derrota sufrida por el exilio cubano y Estados Unidos durante la invasión de Bahía de Cochinos, ocurrida hace 60 años, el 17 de abril de 1961, proyectó mundialmente a la Revolución Cubana, sobre todo hacia América Latina, y su Gobierno se declaró «socialista» y estrechó los lazos con la extinta Unión Soviética.
Aquella historica victoria de 1961 se consumó en menos de 72 horas, el tiempo que necesitaba Estados Unidos para establecer una cabeza en la playa y así formar (y reconocer) un gobierno contrarevolucionario provisional.
El plan de la invasión había sido aprobado por el presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower, quien ordenó iniciar el reclutamiento de mercenarios de origen cubano, los cuales realizaron la invasión.
Para la invasión de Playa Girón, realizada el 17 de abril, se destinaron 4,4 millones de dólares, cifra que se multiplicó varias veces. Además se establecieron 13 campamentos de entrenamiento militar distribuidos en Guatemala, Nicaragua, Estados Unidos y sus bases militares en Puerto Rico y en zonas del Canal de Panamá.
La invasión norteamericana empezó en la madrugada del 15 de abril de 1961 cuando un avión ocho A-26, con bandera cubana en el fuselaje, bombardeó los aeropuertos militares de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y el aeródromo Antonio Maceo de Santiago de Cuba. Esta operación tuvo como resultado la destrucción de menos de la mitad de la aviación cubana.
Ese mismo día, Fidel emite un comunicado al Pueblo de Cuba en el que informa sobre el artero ataque de aviones B-26 procedentes de EE.UU contra puntos situados en la ciudad de La Habana, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba. En él proclama que “Si este ataque aéreo fuese el preludio de una invasión, el país en pie de lucha resistirá y destruirá con mano de hierro cualquier fuerza que intente desembarcar en nuestra tierra«.
Ante este llamado, el pueblo se organizó en las Milicias Nacionales Revolucionarias, y se preparó en el manejo de las armas dispuesto a defender su obra. En el momento de la agresión el pueblo, representado en las milicias obreras, campesinas y estudiantiles y en el Ejército Rebelde, corrió a sus puestos de combate solo con una idea: defender la Revolución Socialista. Artilleros, policías, soldados rebeldes, pilotos, tanquistas, médicos, salieron todos como un rayo para caer encima de los invasores hasta liquidarlos.
Estas fuerzas, de las cuales una buena mayoría no tenía experiencia en combate, dirigidas personalmente por el Fidel Castro Ruz, no dieron un minuto de tregua al enemigo y a las 17:30 horas del 19 de abril, la invasión estaba totalmente derrotada.

William Price Gray, editor de las páginas internacionales de la revista Life escribió: “El servicio de espionaje de Fidel resultó ciertamente superior a la CIA. Fue simplemente una monumental y mal fraguada aventura militar…” La autodenominada Brigada 2506 finalizó su aventura brancaleónica con 1197 prisioneros, doce aviones derribados, dos barcos de transporte hundidos y varios más averiados. Pero también, como señal inexcusable de la intervención estadounidense, quedaron los cadáveres de cuatro pilotos de EE.UU: el capitán Thomas Villard Ray, el mayor Riley Shamburguer y los navegantes Frank Leo Baker y Wado Carroll Gray.
Frente a las narices norteamericanas y disfrutando la victoria del pueblo cubano, Castro sacaba pecho. Un pobre país caribeño de siete millones de habitantes le había ganado la partida a la primera potencia mundial, de 180 millones.