La informalidad laboral es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el país; esta problemática involucra varios temas, pero el que más se destaca es el de los riesgos a los que se exponen los trabajadores para conseguir un ingreso mínimo para subsistir. «Esto es una lucha de día a día» dice María una vendedora ambulante.
María es una vendedora ambulante que sale todos los días a vender semitas, pan casero, pan de naranja, prepizzas y hasta dulce. Con su bicicleta cargada de productos caseros, María recorre todo San Juan rogándole a Dios poder vender todos sus productos para llevar a casa la plata que tanta falta hace.
«Trabajo toda la noche y cuando cargo mis productos, salgo a la calle a trabajar, a recorrer hasta donde pueda mi cuerpo» comenta María y explica lo difícil que es trabajar cuando se arrastran problemas de salud «Tengo una trombosis en la pierna, se me ha cortado la vista, se me ha estado cayendo el pelo y ahí estoy, todos los días me levanto y le pido a Dios «Dios mío que venda todo rápido», porque «es difícil trabajar teniendo estos problemas de salud«.
«Los otros días me vio un doctor y me dice «¿tiene obra social?» y yo le digo «no» y el doctor me dice que «30 mil pesos sale» hacerme ver y hacerme los estudios porque me duele acá» cuenta María mientras se toca la parte baja de la espalda. «Yo no tengo la plata para hacerme los tratamientos» se lamenta María.
«Hace 8 años que trabajo en la calle y gracias a Dios, porque soy católica, puedo vender pan, semita, dulce y puedo llevar a la casa la plata que tanto nos hace falta» comenta María y agrega que «El padre de mi hijo, se enoja conmigo porque me ve trabajar, él es jubilado, pero no alcanza, no nos alcanza y yo salgo a la calle a «pucherear» a sacarla». Ganar un par de pesos para poder vivir dignamente es el desafío que María enfrenta todos los días.
«Siempre le pido a Dios «Dios mío que venda rápido las cosas» porque tengo miedo, tengo miedo a los asaltos, la calle es bastante peligrosa y yo tengo miedo, pero lo hago porque es mi trabajo y no tengo otra cosa» dice María y expone la dura situación que atraviesan los vendedores ambulantes y el doble peligro que implica para las mujeres.
«Yo vivo cerca del Estadio de Pocito, atrás, en la calle 5 y ruta 40, he andado por la ruta rápida, ahí tuve un encontronazo con tres personas» comenta María y explica que «a raíz de eso perdí mis dientes porque me golpearon la boca, nunca recuperé nada». «Pero yo soy una mujer luchadora y no bajo los brazos» afirma María.
«Ayer me ha tocado trabajar con viento zonda y he trabajado todo el día, ayer se me bajo un poco la presión y me tuve que comprar una coca porque se me había nublado hasta la vista y bueno es mi lucha del día a día» remarca María.
María cuenta que tiene un hijo que está estudiando, «estoy orgullosa de él, pero él no está orgulloso de mi, pero bueno a mí no me dio la cabeza para estudiar, yo llegué hasta segundo año y tuve que dejar» explica María sin dar tantos detalles de su pasado, pero si los suficientes para entender que a sus espaldas carga los recuerdos de una infancia difícil.
«Mi mamá tuvo un accidente y ella no sabía nada de su vida, perdió el conocimiento» recuerda María y regresa en el tiempo cuando su infancia empezó a doler. «Yo tenía 7 años, yo tuve que vivir con una familia por parte de mi papá, y me trataban mal, me tiraban el pelo, me daban mal de comer» cuenta María y agrega que tanto sufrimiento lo mantuvo en silencio «porque me amenazaban».
«Yo me arrepiento muchísimo de no haber podido estudiar» se lamenta María y explica que «Cuando los chicos y las chicas se me acercan para comprarme las semitas, siempre les digo que tienen que estudiar porque yo no lo pude hacer, yo no lo logré«. Sin embargo, María con fuerza remarca que «Acá estoy, salgo a trabajar decentemente a la calle, ya no sé cómo trabajar, cómo vender, cómo seguir porque ya no me da el cuerpo, pero acá estoy trabajando».
«Esto es así, así es mi día, así es mi vida y doy gracias» dice María una vendedora ambulante que recorre las calles de San Juan con una bicicleta cargada de semitas, pan casero, pan de naranja, prepizzas y dulces para vender.