sábado, septiembre 6, 2025
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Leticia Gerbeno, una veterinaria diferente: unió su profesionalidad con la espiritualidad.

Desde Ahora San Juan indagamos en la historia de Leticia Gerbeno, la veterinaria convencional, anestesióloga, oncóloga, especialista en medicina felina, como también en manejo de dolor y geriatría. Ella considera que los animales son como seres de otro planeta enviados para sanarnos. Advierte que, a diferencia nuestra, viven en amor y armonía, pese a sus diferentes dificultades. Revelaremos su profesionalismo, espiritualidad y conexión humano-animal. Cariñosa, trabajadora, aplicada, carismática, empática, comprensiva, algo ansiosa y desordenada. Con dificultades para delegar, pero que también sostiene un excelente trabajo en equipo. Posee un gran corazón que trabaja full time.

Junto a sus perros: Moqui y Cata en su cumple.

Hoy, hace mucho calor, la agenda no perdona y Leticia se coloca su capa y sale a salvar vidas como cada día. Cual libro imaginario escribe su historia con devoción mientras nos da una cálida entrevista.Todo comenzó con las palabras: “Quiero ser doctora de animales”. Así lo dijo, hace unas décadas atrás, una pequeña de ojos color almendra y cabello rubio rizado durante una tarde primaveral sanjuanina. Lejos de ser una frase al azar, Leti exploró su sensibilidad hacia otras especies y se acercó a ellos poco a poco. Sus sueños siempre estuvieron al alcance de su mano y ella supo cómo realizarlos.

Actualmente con sus padres.

Misha, era el nombre de la primera mascota que tuvo. Fue una gatita simpática que hizo dúo con Angie, una Doberman tan majestuosa como cariñosa. Los papás de la nena, que en el futuro uniría la ciencia con lo emocional, la educaron con las bases de amor y respeto hacia todo animal.

Cuando era chiquita.

Son muchos los rescatados que la convirtieron en heroína. Al crecer Nico llegó a su vida y para Leti se trató del callejerito que le robó el corazón. Su “Rubiecito hermoso. Este se arrastró hacia ella, desnutrido y convaleciente, como pidiendo por favor que lo ayude. Y la niña que alcanzó la madurez, estaba estudiando medicina veterinaria en ese entonces así que decidió adoptarlo.

Nico.

Entre libros y exámenes universitarios, el loco Nico salió adelante gracias a las hermanas Gerbeno que cuidaron de él. Le siguieron las siamesas Misha y Bizcocho. Y a meses de recibirse, conoció a La Flaca”, una perrita que tocó su alma.

Para jamás olvidar, lleva un tatuaje con historia. Cuando conoció a esta Flaquita la habían atropellado y dejado tirada en una acequia con su columna fracturada. Pasó siete días ahí, sola, seguro con miedo, dolor, hambre, entre otras cosas. A Gerbeno se le hizo un nudo en la garganta al verla, varias lágrimas aún ruedan por sus mejillas al recordar a La Flaca paralítica producto de tanto maltrato sin razón. Fueron tres años los compartidos con ella hasta que decidió abandonar su cuerpito maltrecho. Obviamente Leticia la cubrió con su manto heroico e hizo feliz hasta el final, cuando en sus brazos y por un problema del corazón falleció.

La flaca.

En la actualidad si mira su pierna acaricia su foto que lleva grabada en la piel. “Pese a todo. A ella la pude despedir con amor y libertad”, nos advirtió en referencia a que las mascotas nos acompañan hasta que deciden partir. Y muchas veces nos ayudan a trascender en nuestra vida, como un puente que nos enseña a pasar, a soltar.

En su camino a la sanación confesó, tiempo después, para una de las notas internacionales que brindó tal y como antes lo soñó: “Los animales transmutan nuestro vivir cotidiano a nivel emocional y energético”. A su vez, escribió mensajes subliminares en cada cuarto que recorre la clínica en la que trabaja actualmente:

Centro de Oncología Veterinaria (Mendoza)

Fueron cinco los sentidos que ofreció. La visión cuando plasmó en sus paredes: “Lo que ellos necesitan es amor”, comenzando por la sala de espera. “Aquí el amor se hace presente”, al pasar por donde se hacen quimioterapias y eutanasias. Estas frases se refieren a ese sentimiento que Leticia describió como energía contraria al resentimiento (el cual, según explicó, influye y decanta en enfermedades como el cáncer, por ejemplo).

Y entre lemas, se perciben diferentes gamas de colores pasteles y mandalas pensados en la espiritualidad y relajación mental para los pacientes. Al olfato y la audición lo representaron: unos ricos aromas de sahumerios y esencias especiales. Junto a una suave música que genera vibraciones de paz y pensamientos positivos. Todo hace a la infraestructura que esta doctora de animales recreó. Finalmente, el gusto se lo dejó a: jugos, gaseosas, café y golosinas para ofrecer. La frutilla que corona su calidez al atender.

Los colores son sanadores”, expresó para una nota radial de Méjico.“El rosa representa al amor, el verde a la sanación”, comentó en un reportaje de España.

Aquella nena sanjuanina que luego creció y convirtió sus expectativas en estudios, sus estudios en trabajo y su trabajo en vocación entre Mendoza, Rosario y Buenos Aires lugares que educaron su intelecto. Hizo que esa vocación construya una clínica en su provincia natal, para luego diseñar un centro de contención especializado en oncología en las tierras vecinas mendocinas. Donde la regla básica es esa transmisión de amor para todos: las mascotas convalecientes y sus humanos también.

Junto a: Miguel Ángel Suse, cirujano de alta complejidad del Centro de Oncología Veterinaria.

En una cajita interna guarda recuerdos invaluables. Al igual que se aclara su cabello al llegar al final, así se iluminan sus ojos al rememorar a Lita, esa paciente que hasta el último suspiro le movió su colita con alegría. O a Rosita, aficionada a las galletitas de la vete, que celebró verla disfrutar en sus últimos instantes comer todas las que quería.

Como todo genio, en el desorden encuentra su orden. Ella puede desayunar en su casa, o en su lugar preferido: la cocina de la clínica. Junto a su amiga y secretaria Tati que le hace matecitos o café. Como también puede no tomar nada y arrancar su jornada laboral. Cuatro perros, tres gatas y un nuevo felino: Homero, que pronto llegará a su casa, conforman su hogar. Al cual disfruta llegar y por las noches compartir con ellos momentos en su amplio jardín. “Son pegotes y mameros”, advierte mientras los acaricia.

Junto a Tatiana su amiga y secretaria.

El atardecer es su parte favorita del día y siempre lo vivencia con su “familia animal”, como así los llama. Ya que la humana está compuesta por: su mamá, papá y hermana. La Gran Danés Catalina, los mestizos: Negrito y Mochi y el caniche: “Leo caniche” (valga la redundancia). Son sus cuatro perros.

De izquierda a derecha son: Catalina, Negrito, Mochi y Leo caniche.

Sus tres gatas son: “La vieji”, “Alicia” y “Lady”. Homero viene de San Luis, tiene cáncer por lo que va a cuidarlo hasta su último suspiro. Necesita mucho amor, una dieta especial al tener su rostro dañado debido a la enfermedad, medicación oncológica y demás. Para nuestra doctora es un guerrero que lucha al mismo tiempo que roza sus pies cariñosamente.

De izquierda a derecha son: La Vieji, Lady y Alicia.

El orden es: trabajar de 9 a 18 horas, salir a caminar, visitar amistades, algunos fines de semana rodeada de naturaleza y relajarse con sus hijos animales. Pero a este itinerario, según nos cuenta, le sobra trabajo y falta descanso. “Soy desorganizada con los tiempos, me gustaría tener hobbies en algún momento. Continuar perfeccionándome como hasta hoy, y como meta tener más equipos para los tratamientos oncológicos”.

¿Qué tarea pendiente puede tener?, pensamos en voz alta.

– “Me quedó inconcluso ser corredora de autos”, confesó sorpresivamente, al no tener nada que ver con lo que hace hoy.

Como todo súper héroe, tiene su misión a cumplir: Tras recibirse hace seis años, ejercer en su clínica convencional y como anestesióloga. Hoy se dedica a la Oncología: “Es algo maravilloso. Poder acompañar a mis pacientes en esa etapa y a sus tutores es un privilegio”, nos reflectó mientras miraba por la ventana los colores de su patio.

¿Qué se trabaja en esta área?, le cuestionó el otro lado del teléfono.

– “Pacientes con cáncer, los cuales denominó: Pacientitos cristales, trizados, que en cualquier momento pueden terminar de romperse. Entonces es necesaria la empatía, la dedicación y el respeto para un buen acompañamiento”, respondió amablemente.

Además, explicó que no solo se trata de la enfermedad, sino que se debe sostener el bienestar de todo su organismo para atravesar de la mejor manera posible los tratamientos que ésta conlleva. Posteriormente nos describió cómo es el paso por la vete de un peludito terminal: Llega el tutor con su mascota frágil, se les realiza una consulta general, recusación clínica y se comienza un camino de diagnóstico y tratamiento con el fin de brindar calidad y mayor tiempo de vida.

*Atención: Las siguientes imagenes pueden herir la suceptibilidad de algunas personas*

Homero, el gatito que adoptó Leticia con cáncer. En el instagram de la clínica postearon el cambio en su recuperación. @oncologiamendoza.

¿Qué es lo más importante para estos pacientes?, nos preguntamos todos los que amamos a los animales.

– «El tema de analgesia. Que no sientan dolor más allá del pronóstico de la enfermedad. Esto se debe a que ellos no comprenden si tienen cáncer, una falla renal, una fractura o una gastroenteritis. Si perciben molestias, estas influyen en su calidad de vida. Por lo que el dolor es lo principal a manejar. Altera todo, la conducta, por ejemplo. Los animales con dolor dejan de comer, moverse o incluso pasan a tener mal carácter, están deprimidos o irritables. Primero hay que preguntarse: ¿A nosotros nos gustaría sentir dolor constante?”, contestó con claridad.

Para los que desean saber si existe alguna prevención, Leticia reveló: “No, sólo el cáncer de piel se puede anticipar evitando exposiciones solares. Principalmente en no pigmentados (blancos). En otros casos, esta enfermedad no depende de nosotros. Tiene diferentes factores que influyen en su aparición. Por lo que hay que prestar mucha atención”.

Algunos de sus pacientes publicados en su cuenta de instagram.

Emociones. En este punto, Leticia percibió que aquellas no gestionadas que trascienden, impactan en nuestro cuerpo físico. Además, especificó que no son los animales quienes sienten resentimiento, por ejemplo, el cual conlleva al cáncer. Sino que son los humanos sus portadores, y las mascotas ponen su cuerpo para atravesar dolencias que no son de ellas sino de su grupo familiar.

Los animales, ¿Son seres sintientes?, cuestionamos ya casi al caer el sol.

-“De alguna manera sí. Cuando me voy de casa ellos están bajoneados y cuando regreso están alegres. Eso lo explica todo”, comentó como reflexión.

Leti con Catalina.

Son tantas las diferencias como las conexiones que tenemos. Leti prefiere comunicarse con otras especies a la suya, y superó esas dificultades gracias a los animales. Así lo expresó en una nota española. A lo que hoy agrega: “Considero que son seres evolucionados y hay que aprender mucho de ellos. Su alegría constante y desinteresada, su amor, su lugar diferente para atravesar enfermedades, su lucha por vivir”. La doctora Gerbeno, entiende que los animales, a diferencia nuestra, son sencillos en su comportamiento. “Deberíamos observarlos más para aprender a resolver situaciones con su simplicidad, a disfrutar de las pequeñas cosas. A descansar, relajarse como ellos”, enfatizó. Y separó: “Los perros están siempre contentos, moviendo sus colas. Mientras que los gatos son independientes, observadores. Pero ambos son muy leales”, explicó.

En cuanto a conectarnos, dijo que podemos hacerlo mediante una caricia, miradas, palabras y tonos de voz: “Aunque eso es personal, depende de cada uno y desde donde sabemos relacionarnos con un animal. Ellos acatan nuestro lenguaje corporal. Y nosotros tenemos simplemente que prestarles atención”. Se refiere a que sus miradas hablan, como también ver si comen, si toman agua, si están decaídos o activos, si vomitan, hacen bien sus necesidades, etcétera.

Llegando al final, la mujer que hace maravillas perrunas y gatunas, mencionó a la “Eutanasia”. Es un tema difícil de atravesar, pero Leticia resaltó que ésta se lleva a cabo cuando ya no hay vuelta atrás:Pacientes que se descompensan, que se están por ir y no dan más”. Ella aconseja en ese momento agradecer a nuestra mascota por su transcurso en nuestra vida. Y advirtió: “Es el acto más noble de amor y desapego, en vez de dejarlos agonizar elegimos dejarlos ir en paz”.

La Anestesia, es el motor de cada operación. Hablamos de algo delicado, ya que existe una línea muy delgada para alcanzar a la muerte. “Son muchas las malas experiencias por lo que se sobredimensionan los riesgos. Se debe buscar gente especializada en el tema. Hoy la anestesia es un campo muy estudiado y desarrollado, se actúa con más responsabilidad”, a lo que sumó: “Por supuesto los riesgos de muerte siempre estarán, pero en pacientes que están orgánicamente complicados”.

Paciente Zeus

Al final de las páginas que ya fueron escritas, Leticia Gerbeno dejó un mensaje como madre de “perrhijos” y “gathijos”:Cada uno es libre de decidir. Hay parejas que no pueden ser papás biológicos y no logran adoptar un niño por diversas razones. Entonces descubren el amor en una o muchas mascotas. Pienso que ese amor es sublime y que ellos nos conectan con lo más profundo de nuestro ser, y hasta logran sacarnos emociones reprimidas. Además de ser grandes acompañantes terapéuticos y personales”.

Catalina de bebé.

Siguiendo el tema, la entrevista llegaba a su fin, en su libro de vida ella no para de escribir, pero a nosotros se nos acaba la nota y preguntamos:

¿Tener más mascotas que hijos es una nueva modalidad de vida?

– “La sociedad cambió y hay que adaptarse. El mundo evoluciona, hoy al animal se le da protagonismo y se lo cuida más”.

Y colorín colorado, nada se ha acabado: Para quienes aman a los animales, les aconsejo que los bendigan todos los días y agradezcan su amor. Y aquellos que no los quieren o no les interesa, que se permitan compartir con alguna mascota sus vidas y no se van a arrepentir por su incondicionalidad. Pero toda la sociedad debe recordar que cada polo debe ser respetado. Generalmente la gente que no conecta con animales, son quienes no fueron criados entre ellos y no por eso van a ser criticados y viceversa”, enfatizó Leticia.

Y así como todo comenzó con un: “Quiero ser doctora de animales”, podemos decir que continuará con un: “Elegiría una y mil veces ser veterinaria”, concluyó nuestro personaje principal de este hermoso relato de vida.

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