lunes, septiembre 8, 2025
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La razón por la que el cerebro prefiere los libros en papel.

Según lo revelan estudios neurológicos, el cerebro humano es capaz de percibir un texto en su totalidad como si se tratara de un paisaje físico. Por lo que cuando leemos, no solo recreamos un mundo con las palabras del relato, sino que construimos una representación mental del texto.

El hecho de pasar las páginas de papel, nos significa dejar una huella en el sendero de la lectura. Esto quiere decir que existe un ritmo, una cadencia, un registro visible en el transcurrir de las hojas impresas. La revista Scientifican American, publicó recientemente un artículo donde busca explicar esta paradoja: en la época de la hiperconectividad donde cada vez contamos con mayores herramientas digitales que nos permiten leer con mayor facilidad y además tener acceso a bibliotecas enteras electrónicas, muchos continúan eligiendo al formato en papel.

Algunos motivos que se especifican:

Al parecer en la pantalla se lee más lentamente y se recuerda menos. Hay «fisicabilidad en la lectura» según Marianne Wolf de la Universidad de Tufts. Quien aclara que las personas necesitan sentir el papel, el cerebro se los pide.

No viene en los genes: No nacemos con circuitos cerebrales dedicados a la lectura, por lo que en este caso es en la niñez cuando el cerebro improvisa nuevos circuitos usando parte de otros dedicados al habla, a cuya habilidad se suma la coordinación motora y la visión.

El cerebro comienza a reconocer las letras en base a líneas, curvas y espacios y utiliza procesos táctiles que requieren los ojos y las manos. Los circuitos de lectura de los niños de 5 años muestran actividad cuando practican la escritura a mano, no así cuando usan el teclado.

Por otro lado, en la mayoría de los casos los libros de papel tienen una topografía más evidente que el texto en pantalla. Un libro impreso abierto, presenta dos dominios claramente definidos: páginas de izquierda y derecha, y un total de 8 esquinas en las que uno se orienta. Siguiendo esta idea de algunos investigadores, de que allí recreamos una especie de mapa mental.

En contraste, la mayoría de los dispositivos digitales interfieren con la navegación intuitiva de un texto y a pesar de que los e-readers (libros electrónicos) y tabletas replican el modelo de páginas, estas resultan efímeras. Una vez leídas se desvanecen.

«La sensación implícita de dónde usted está en un libro físico, se vuelve más importante de lo que creíamos«, advierte el artículo de Scientifican American.

Donde también explica que en un trabajo sobre comprensión de texto, al comparar a los alumnos que leyeron en papel con los que lo hicieron en la versión de PDF en pantalla, se concluyó que los primeros tuvieron mejor rendimiento.

A lo que otros investigadores añaden que la lectura digital es física, visual y mentalmente más exigente y cansadora. Los niños por ejemplo, recuerdan más las historias que leen en papel que las digitales, aún teniendo en cuenta las animaciones interactivas, videos y juegos. Que en este caso, desvían la atención lejos de la narrativa.

Otro estudio al respecto, informó que tras el seguimiento de una encuesta realizada a 1226 padres, se concluyó que al leer juntos en familia la mayoría prefiere libros impresos.

Una posibilidad futura:

El estudio de esta revista también aclara, que es probable que el organismo de los nuevos nativos digitales cree otras redes neuronales que les permitan escoger lo electrónico al papel. Sin embargo, mientras tanto todos continuamos quedándonos con las históricas hojas y su olorcito a papel nuevo o viejo y a esa tinta que nos muestra el camino de la narración.

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