Lepht Anonymous es una de las biohackers y grinders transhumanista activa que lleva 14 años buscando “trascender las limitaciones” del cuerpo humano. Como ella hay todo un movimiento de personas que creen que el futuro está en fusionarse con la tecnología, practicando cirugías de implantaciones de chips sin anestesia.
Hay ciertas personas que se toman en serio la idea de un futuro distópico y están dispuestos a experimentar con sus propios cuerpos para probar las barreras de su funcionalidad. Son biohackers, transhumanistas, “grinders”, personas que quieren trascender la experiencia humana y acercarse más a la idea de convertirse en un cyborg. Lepht es “una hacker británica de wetware sin rostro o género, sin dioses o dinero, a la que le gusta la gente, la ciencia y el transhumanismo práctico”, o al menos así se autodefine en la biografía de su blog Sapiens Anonym. Donde comparte sus experiencias y transformaciones.

Ella se ha practicado más de 50 cirugías para implantar chips en su cuerpo y hacerle a este modificaciones usando la tecnología que le permitan mejorar o “hackear” algunas funciones por fuera de lo normal.
¿Biohacking? ¿Wetware? ¿Transhumanismo? ¿Grinders?
El wetware: es un término usado para describir la encarnación de conceptos de la construcción física conocida como sistema nervioso central a la construcción mental conocida como mente humana. Es decir: Es una abstracción de dos partes de un humano vistas desde los conceptos informáticos de hardware y software.

Biohacker: Mientras que un hacker normal es alguien que modifica un sistema (software) para usarlo de formas no pensadas por sus creadores, un biohacker es quien buscaría modificar en formas impensadas un sistema integrado humano, el cuerpo.
Biohacking: es un término extremadamente amplio que puede cubrir muchas actividades, desde realizar experimentos científicos en levaduras u otros organismos, rastrear su propio sueño y dieta, o hasta cambiar su propia biología al bombear la sangre de una persona más joven en sus venas con la esperanza de que combata el envejecimiento(esto es más frecuente de lo que creen en Silicon Valley).

En este sentido, podría definirse como biohacking a los tratamientos criogénicos o termogénicos a los que se someten los deportistas de alto rendimiento para acelerar la recuperación natural del cuerpo después de una intensa actividad física. O los tratamientos similares que buscan detener el envejecimiento. En este sentido Michael Jackson, y toda su transformación física entraría en la categoría de “biohacking”, pero también el extremo cuidado que Cristiano Ronaldo tiene con su cuerpo.
Ejemplo de biohacker:
Un popular “biohacker” sería Elon Musk, el excéntrico multimillonario de moda, cree tener en Neuralink, una de sus empresas tecnológicas, la clave del futuro. Por algo está utilizando sus millones para desarrollar chips implantables en el cerebro y asegurar “el futuro de la humanidad como una civilización”.

Los chips de Neuralink prometen reemplazar las funciones cerebrales comprometidas por traumas o enfermedades neurodegenerativas, ayudando a las personas a guardar sus memorias de tal manera que puedan acceder a ellas a placer. Aunque puede parecer algo sacado de un capítulo de Black Mirror o la futura cura para el Alzheimer, lo cierto es que los avances conocidos de la compañía hasta ahora se limitan a un simio con un chip en el cerebro jugando videojuegos.

Transhumanismo: Término definido en 1990 por el filósofo británico Maz Moore:
“Los transhumanistas buscan la continuación y aceleración de la evolución de la vida inteligente más allá de su forma humana actual y sus limitaciones por medio de la ciencia y la tecnología, guiados por principios y valores de la promoción de la vida”.
Dentro de esta categoría están quienes deciden tomar acción por su propia cuenta en la búsqueda de la trascendencia humana, ellos se denominan “transhumanistas activos”, porque están dispuestos a experimentar con su propio cuerpo, implantando chips o elementos tecnológicos similares con miras a mejorar funciones humanas, o a agregar “características”, que naturalmente no poseemos.

En esta categoría entran los llamados: “Grinders”, quienes se perciben a sí mismos como cyborgs, un híbrido entre humano y máquina, el eslabón intermedio de esta evolución.
Algunos ejemplos de Grinders: El Dr Kevin Warwick, conocido como “Capitán Cyborg”, que desde los años 90 está implantando todo tipo de electrónicos en su cuerpo, o Neil Harbisson, artista y activista cyborg (también británico) que fue la primera persona en implantarse una antena en el cerebro y ser reconocido oficialmente por el gobierno como un cyborg.

50 implantes:
El primer implante quirúrgico que se hizo Lepht tuvo lugar en 2007, lo hizo comprando un chip digital y un lector por internet, además de unos instrumentos médicos que la ayudaran con el procedimiento.
Sus implantes han sido de todo tipo. Desde imanes que se metió en los dedos para adquirir un sentido extra. Estos se pueden activar con pequeñas bobinas de cable conectadas a sensores externos como ultrasonidos o infrarrojos, lo cual le permite “sentir” la distancia entre sus dedos y los objetos o el calor distante. Hasta un chip que puede ser leído por cualquier lector de tarjetas, pagando por cosas sin necesidad de sacar un plástico.
Un experimento fallido:
Uno de los implantes más recientes que se hizo Lepht fue en 2019 durante el GrinderFest, un evento/conferencia realizado todos los años en California (Estados Unidos) en el que se reúnen biohackers de todo el mundo, sobre todo los interesados en el transhumanismo activo o “body aumenters”.
Ella lo describió como el “gran prototipo” o un “dispositivo experimental” y consistió en una “caja pirata”, es decir, un diminuto chip que tiene almacenamiento USB y antena wifi.
“Los usuarios simplemente se conectan a él a través de su teléfono o PC y pueden descargar/cargar archivos, chatear de forma anónima, etc”, escribió Lepth.
“Porque sacamos la batería, el dispositivo ahora se opera mediante el uso de una plataforma de carga inalámbrica sostenida cerca de él en la piel; eso no es ideal, pero es un prototipo después de todo”, explicó la biohacker ucraniana.
Y especificó: “En algún momento recuerdo que tuvimos que detenernos y poner más lidocaína, creo que porque las esquinas duelen más de lo que pensé”.
El 13 de enero del 2020 el experimento se declaró “fallido”. Ya que tras un golpe en el brazo, este se inflamó, enrojeció e irritó, por lo que Lepht llamó al servicio de urgencia y fue al hospital.
“Los médicos del hospital estaban bastante mal y claramente pensaron que esto era algo completamente extraño de haber hecho (…) Insistieron en que se quitara y en este punto se había abierto un agujero en una esquina del dispositivo, a través del cual salía una gran cantidad de sustancia viscosa, así que fui con su opinión y dejé que la sacaran”, reveló.