Después de haberle dado una cachetada al presidente de Francia Emmanuel Macron durante una visita a la ciudad de Tain L’Hermitage, ubicada a 560 km al sur de París, el agresor, Damien Tarel fue condenado hoy a cuatro meses de prisión.
La justicia francesa prohibió que el hombre de 28 años pueda ocupar un cargo público en Francia en el futuro y que pueda poseer armas durante un plazo de cinco años. El hombre, que se definió como un anarquista y un “patriota” de derecha, le dio un chachetazo en la cara al mandatario cuando se encontraba rodeado por una multitud.
El acusado fue arrestado rápidamente después del cachetazo que le dio al máximo mandatario, mientras el líder francés saludaba a una multitud durante una visita a una ciudad del sureste de Francia.
Durante el juicio de hoy, Tarel testificó que el ataque fue impulsivo, provocado por el “declive” de Francia. Se sentó derecho y no mostró ninguna emoción cuando el tribunal de la ciudad de Valence, en el sureste del país, lo condenó por un cargo de violencia contra una autoridad pública. Fue sentenciado a cuatro meses de prisión y a una sentencia suspendida adicional de 14 meses.
El joven desempleado fue condenado en un juicio por el procedimiento de comparecencia inmediata celebrado dos días después de la agresión, que acompañó del grito de guerra usado por la extrema derecha monárquica: «¡Montjoie Saint-Denis!» y «¡Abajo la Macronía!». El ataque provocó la denuncia unánime de toda la clase política en Francia y declaraciones de solidaridad hacia el presidente.
El individuo fue detenido junto a otro hombre que será juzgado en el segundo semestre de 2022. Ambos eran amigos, ninguno tenía antecedentes judiciales y eran compañeros en varias asociaciones locales de artes marciales, de admiradores de la Edad Media y del universo manga.
El abogado de Tarel aseguró a los medios antes de que se dictara sentencia que su cliente había tomado conciencia de su comportamiento y que no repetirá los actos.
La palabra de Macron.
El presidente de Francia, que decidió no denunciar a su agresor, calificó el hecho que tuvo que vivir como un acto «imbécil y violento».
En este sentido, no quiso entrar en la polémica sobre la violencia en la política y prefirió definir lo ocurrido como «un acto aislado». «Hay que relativizar pero no banalizar, cualquier cargo público merece un respeto», afirmó.
Macron insistió en que «la verdadera violencia es la de los feminicidios, la de los que son agredidos al llegar a casa», y sostuvo que lo que percibe en el país en este momento es «optimismo» por la vuelta a la vida y al trabajo tras el fin progresivo de buena parte de las restricciones contra el coronavirus.
«Una sociedad democrática es la que permite la crítica, la manifestación, el voto, y eso es un tesoro. La contrapartida de eso es el respeto y el fin de la violencia», concluyó.