Por Hugo Saquilán Quiróz, Sociólogo y Mediador y María Gabriela Solís Sáez, Doctora en Educación.
Según el Diccionario RAE, feminismo: nombre masculino. Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres. Por ello, podríamos comenzar haciendo referencia al surgimiento del término en el siglo XVIII, con la publicación de la obra «Vindicación de los derechos de la mujer», de Mary Wollstonecraft en 1782.
Sin embargo, sería importante enfocar la temática en aspectos que hoy en día están muy presentes en el feminismo y la política, entre otros. El feminismo en la política es una expresión de un fenómeno, que está en nuestra historia desde hace mucho tiempo, más concretamente desde que la sociedad patriarcal le dio un papel, secundario, a la mujer fuera del hogar.
Pese a ello, la sociedad patriarcal no le otorga a la mujer una participación integral en muchas áreas de la vida individual y social. Entre ellos, el deseo de decidir sobre sí misma (como concepto definido por el Diccionario RAE, deseo: nombre masculino. Interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la posesión o la realización de algo), que el macho alfa lo tiene como base de su conducta, y la negación de su participación en la política, de igual a igual, es solo una parte de los impedimentos del desarrollo integral de la mujer.
Se puede afirmar que es una lucha, una confrontación en el plano cultural como totalidad.
Se reivindica el concepto gramsciano de cultura como «la potencia fundamental de pensar y de saberse dirigir en la vida«. Le da a la cultura este significado: ejercicio del pensamiento, adquisición de ideas generales, hábitos que deben conectar causas y efectos. (1).
A partir de ubicar el feminismo como un fenómeno complejo, global, cultural, podríamos atrevernos a hacer una referencia más cercana en la historia. En 1960 surge desde Estados Unidos, la píldora anticonceptiva, esta es una de las primeras ocasiones que la vida intima de la mujer se desprende del concepto de reproducción. Hasta ese momento, simplemente engendraba hijos y asumía su responsabilidad de crianza y mantenimiento de la prole. Pero con el uso de la píldora favorece a una cierta «libertad» de la mujer y la posibilidad de incorporarse al mercado laboral. En artículos posteriores, se desarrollará en mayor profundidad este método anticonceptivo, puesto que con la aparición del viagra, el macho alfa pretende continuar teniendo todo el poder sobre el deseo y la motivación contra la mujer.
Vamos a hacer referencia al llamado sistema, como concepto global de organización social y política, asumiendo el concepto de Gramsci, ejercen, teniendo en cuenta, la «hegemonía» cultural de las clases dominantes un sometimiento, a través del control del sistema educativo, las instituciones religiosas y los medios de comunicación. A través de estos medios, las clases dominantes «educan» a los dominados para que estos vivan su obediencia y la supremacía de las primeras como algo natural y conveniente, inhibiendo así su potencialidad (1).
Este sistema comienza a permitir a la mujer, en la década del 60, la incorporación activa al mercado laboral como una necesidad de crecimiento del capitalismo. Pero la crueldad, incluso con dosis de violencia de dicho sistema, lleva a la conquista de la mujer, con posibilidad de regular sus partos y cantidad de hijos, la atrape en la incorporación de categorías laborales bajas, supeditada a una baja remuneración económica, con respecto al hombre, y sin liberarla de las tareas del hogar y la crianza de los hijos.
Esa desigualdad socio- laboral continúa hasta hoy en día, puesto que las importantes luchas sociales, y en particular de la mujer, logran abrir brechas y romper realidades. Asimismo, el patriarcado la sigue posicionando en segundo lugar, como es en el plano doméstico, en el que adquiere gran importancia, sin embargo, oculta, entre otros, el tema del deseo, pues el hombre es el único que se cree con derecho a desear y decidir a quién desear.
Y la mujer, en contrapartida a este, posee el rol de ser básicamente deseada y con la obligación de mantener una apariencia deseable, sin posibilidades de expresar y materializar su deseo. Esta situación ha ido cambiando de forma muy lenta, provocando entre otras cosas la brutal violencia doméstica. Mientras este tema siga siendo parte de nuestra realidad cotidiana, seguirá existiendo la segregación de la mujer en los diferentes planos profesionales.
Estas son algunas de las razones, por los cuales, a la mujer solo se le permite un rol secundario en la política. El feminismo, como movimiento social y teoría cultural, tiene un rol básico en esta lucha que aún es interminable. Mientras la mujer no tenga igualdad de derechos y oportunidades, no habrá igualdad en la sociedad. No es solo responsabilidad de la mujer, que también lo es, sino de todos aquellos que deseamos un estándar de igualdad plena en la sociedad, pues es necesaria la conquista de esos derechos para que exista una igualdad en los distintos planos de la sociedad.
Y, para finalizar, es verdad, que, para ejercer derechos, primero hay que cumplir con responsabilidades. La sociedad, entendida como hombres y mujeres, debe reconocer que la mujer ha cumplido, y con creces, durante siglos con su responsabilidad, sin tener derechos plenos en el ámbito civil y político, no solo en forma instrumental, además, ante actitudes de micro machismo, expresiones soeces y denigrantes, que hasta en ocasiones eran expresadas por otras mujeres.
Quedan por citar estudios en profundidad sobre el feminismo, donde se pueden señalar las luchas diarias de cientos, miles, millones de mujeres, que trabajan en la lucha por la igualdad, que destacan en nobles y anónimas tareas, por realizar conquistas diarias y cotidianas para la mujer, y sin olvidar aquellas que sufren una mayor desigualdad por la situación que les toca enfrentar. Por todo ello, podríamos afirmar que el contenido de la lucha del feminismo es, principalmente, una batalla cultural.
(1) Antología Antonio Gramsci. Siglo XXI. ISBN 9789682302572 – 31 de diciembre de 1978
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