Dado los últimos acontecimientos que han sacudido Perú, desde Ahora San Juan a través de nuestro periodista Gabriel Saquilan Ruffa hablamos con José Alván Senepo, periodista peruano compañero del programa InteRussia. Con el que conversamos en Moscú para que explique la situación de primera mano. Reproducimos íntegramente su perspectiva.
Un Perú sin reformas está condenado a la crisis constante, por José Alván Senepo.

Un país enardecido hoy protesta en las calles exigiendo a la presidenta Dina Boluarte que cierre el Congreso y llame a nuevas elecciones generales. La represión “para mantener el orden público” ha cobrado la vida de, al menos, 7 personas confirmadas y, aunque se hayan tomado aeropuertos, bloqueado carreteras y cerrado comisarías, todavía no es el comienzo de un caos más grande, con precedentes nunca antes vistos, pero que debería terminar con un nuevo pacto político nacional o una nueva constitución.
En los últimos 6 años, el Perú se hizo muy difícil de explicar. Tenemos una enorme inestabilidad política que nos llevó a ver pasar 6 presidentes en todo ese tiempo. Es más, en una sola semana vimos 3. Y el origen de esta crisis tiene un fuerte arraigo en la actual Constitución Política, pero que con el tiempo fue superado por otro fenómeno aún más terrible como la decadencia de los partidos políticos.
Los partidos políticos no existen más. Los rezagos del APRA y Acción Popular perdieron representación y liderazgo en las dos últimas elecciones. El fujimorismo nunca fue una ideología, sino una empresa, y su lideresa, Keiko Fujimori, utilizó el poder que tenía desde el Legislativo para enfrentarse al Ejecutivo y tratar de desestabilizarlo hasta derrotarlo. Con más de 70 o 10 parlamentarios, el objetivo era el mismo, dar un golpe blando para deponer al actual mandatario y gobernar desde el Congreso.

Hoy el Parlamento peruano está muy fraccionado y representado por partidos políticos sin ideología, sin doctrina y sin un liderazgo real. Las reformas que intentaron cambiar esta realidad nunca funcionaron por trabas dentro del mismo Congreso. Esto, más la desconexión de los representantes legislativos con los problemas reales de la población, devinieron en una muy baja popularidad de casi 10 %.
Ese mismo Congreso fraccionado, impopular, convenido y, sobre todo, desconectado de la realidad nacional, es quien pretende decidir quién gobierna y quién no en el Perú. Es el que quiere dictar las normas del juego y por esa razón las acomoda a su conveniencia. Le importa poco la autonomía de poderes y solo quiere mantenerse en el cargo el mayor tiempo posible. No le interesa tampoco si el país arde en llamas, pues quienes hoy protestan en las calles forman parte de sectores descontentos que ya no tienen representación en ese mismo Parlamento.

Mientras el Legislativo no reforme las normas constitucionales con el fin de fortalecer la democracia y la autonomía de poderes, seguiremos bailando al son de la crisis política. Esto nos podría llevar a consecuencias peores como intentos de golpe de estado fallidos como el de Pedro Castillo o exitosos como el de algún loco con metralleta. Pero los parlamentarios no lo van a hacer, es por eso que las voces que reclaman por una asamblea constituyente y una nueva carta magna no son desacertadas.
Yo coincido en que, ante un ineficiente Parlamento, una cámara que represente realmente la voz de los empleados, obreros, sindicalistas, empresarios y hermanos del Perú profundo, debe ser la que redacte un nuevo acuerdo social para superar esta crisis política que no debe volver a cobrar la vida de más peruanos.