El presidente electo Gustavo Petro ha designado a Leonor Zalabata como embajadora de Colombia ante las Naciones Unidas, en Nueva York, la primera indígena en ocupar este cargo.
Leonor Zalabata Torres ha resistido desde niña por pertenece al pueblo indígena arhuaco. En el gobierno electo, a punto de posesionarse, Zalabata representará a Colombia ante la ONU, en Nueva York. Ningún indígena había ocupado esa posición.
Pertenece al pueblo indígena arhuaco, una de las cuatro culturas prehispánicas que subsisten en la Sierra Nevada de Santa Marta, la formación montañosa más alta de Colombia. Creció en una casa de paja, bahareque y piedra. Cursó estudios universitarios y regresó a la comunidad, donde comenzó su liderazgo por los derechos humanos y la conservación de los recursos naturales y la tierra.
Desde la conquista, las comunidades indígenas han sido segregadas y perseguidas. Son la población más abandonada. En la anterior Constitución que regía a Colombia no reconocían sus derechos fundamentales y eran considerados “salvajes”. Los arhuacos, comunidad de 50.000 indígenas, tienen su propia lengua y conservan su cultura a pesar de la minería, el turismo y el asedio económico y social de los grupos armados ilegales. Han sido agredidos constantemente, de modo que mantienen una fuerte lucha. Su territorio —en los departamentos de Cesar, Magdalena y La Guajira, es considerado sagrado para ellos. Leonor Zalabata ha recibido varios premios internacionales, como el premio Franco-Alemán de Derechos Humanos “Antonio Nariño” en 2019, o el Premio Internacional de Derechos Humanos Anna Lindhs, en 2007, otorgado en Estocolmo, Suecia.
“De la vida republicana de Colombia solamente hasta 1991 consideraron que los pueblos indígenas teníamos unos derechos especiales. Colombia no es un país monocultural: es pluricultural. Somos diversos y por eso somos iguales. Mi designación es un llamado a que no haya exclusión social ni discriminación racial. Los colombianos estamos llamados a cuidar la naturaleza, a seguir conservando las tierras y los conocimientos y prácticas que hacen posible mantener la diversidad biológica de este país. Necesitamos la protección para un país que garantice las futuras generaciones“declare Leonor a los medios.
Leonor cursó un programa de formación en la Universidad de Antioquia que estaba dirigido a los sectores rurales porque no podían acceder a una odontología total. Carecían de luz y de carreteras, condiciones inherentes a un buen servicio de salud pública. Consiguió una dotación y creó el primer consultorio odontológico en Nabusímake (Cesar). Hizo campañas de nutrición y de atención de enfermedades comunes. Su liderazgo tiene un desarrollo al pie de las comunidades indígenas. “La formación era una necesidad urgente, entonces creamos unos programas que no desconocieran nuestra medicina tradicional y exigimos un servicio adecuado para las comunidades“, explica en sus notas.
Como nueva embajadora le esperan varios retos como la defensa de los acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC. Luego de firmados los acuerdos, han asesinado 348 indígenas, según Indepaz (Instituto para el Desarrollo y la Paz). Leonor ha hecho parte del Foro Permanente de las Naciones Unidas para cuestiones indígenas y no le es extraño el emblemático rascacielos neoyorquino “Turtle Bay“, donde ahora se desempeñará como embajadora.