El príncipe Felipe de Inglaterra, muerto este 9 de abril a los 99 años, fue una figura clave en el desarrollo del golpe que derrocó en 1962 al presidente Arturo Frondizi.
Según documentos desclasificados de la Cancillería británica publicados en 1997 por The Sunday Times y reproducidos en Argentina revelaron que Macmillan quiso aprovechar una gira que el duque de Edimburgo tenía planificada por Sudamérica en febrero de 1962 para hacer un guiño a Frondizi, a quien presumía en peligro de ser derrocado por las Fuerzas Armadas, lo que finalmente sucedió.
Para 1962 la tensión política había regresado a Argentina, dado que los militares no veían con buenos ojos a Frondizi. Sin embargo, para el primer británico, una visita del esposo de la reina Isabel II a Argentina sería interpretada como un respaldo a Frondizi y una señal de confianza en la estabilidad de su Gobierno, acallando así los intentos de desestabilización.
La tarea del príncipe era brindar apoyo internacional al tambaleante gobierno de Frondizi, que corría el riesgo de ser derrocado por un golpe militar o bien de perder las elecciones frente a los adeptos del exiliado general Perón.
Según los documentos revelados, tanto Felipe como la familia real tenían dudas sobre la conveniencia de la visita, sobre todo porque conocían los rumores sobre un inminente golpe de Estado. La cancillería del Gobierno de Macmillan insistió en que el viaje se concretara, según quedó en evidencia en telegramas enviados por el embajador británico en Buenos Aires, George Middleton.
Para Middleton, los militares desistirían de intentar un golpe contra Frondizi con el duque en suelo argentino. Felipe pisó Buenos Aires por primera vez el 22 de marzo de 1962, apenas cuatro días después de que Argentina celebrara unas elecciones legislativas y de gobiernos provinciales en las que el peronismo ganó seis gobernaciones y gran cantidad de escaños. El avance electoral del peronismo alarmó a los militares, que exigieron a Frondizi anular aquellos comicios para impedir que dirigentes comunistas accedan a cargos. El presidente se negó y aquellos días de marzo en que el duque de Edimburgo recibía la llave de la ciudad de Buenos Aires y visitaba fábricas, eran los últimos del Gobierno del radical.
Fue así que el 27 de marzo, dos días antes de que se concretara el golpe, Frondizi envió al duque a la estancia La Concepción, a 150 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Allí Felipe pasó las últimas horas de su viaje y se reencontró con un ambiente más familiar: caballos y polo, dos de sus pasiones. Aquella corta estadía en la estancia también dio pie a rumores sobre un supuesto y fugaz romance con una argentina, Malena Nelson, propietaria de la estancia.
El golpe militar que derrocó a Frondizi se concretó el 29 de marzo. Felipe debió marcharse inmediatamente hacia Londres, cumpliendo su misión protocolar pero fallando en la ambiciosa idea de Macmillan de que lograra contener el avance militar. Varios documentos con detalles de aquella misión aún siguen clasificados, ya que para la reina la visita fue vista como un paso en falso de la corona.
De todos modos, Felipe de Edimburgo volvió a visitar Argentina en 1966 y en 1992.