«Comprender qué hacen estos organismos, cómo lo hacen y cómo se propagan ayuda a los investigadores a desarrollar medidas para detectar, mitigar y controlar su expansión. El objetivo es poder curar o prevenir la enfermedad que provocan. Cuanto más peligroso sea el patógeno, con mayor urgencia los científicos deben comprenderlo» escribió Jerry Malayer, profesor de Ciencias Fisiológicas en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Estatal de Oklahoma, en Estados Unidos.
Todos/as entendemos la necesidad de comprender todo sobre estos organismos, sin embargo ¿Cómo hacen los científicos cuando los estudian para no correr riesgo de contagio?.
Los científicos que trabajan con patógenos peligrosos necesitan seguir las prácticas de dos conceptos básicos: bioseguridad y bioprotección. Pero, ¿qué son exactamente y cual es la diferencia entre ellos.
La bioseguridad, explica Malayer, se refiere a la contención. Incluye todas las medidas y procedimientos que mantienen seguros a los científicos y su entorno, a saber: espacios de trabajo cerrados y ventilados, flujos de aire direccionales y antesalas para controlar el movimiento del aire dentro del laboratorio. Además, los llamados filtros HEPA, considerados filtros absolutos, purifican el aire que entra y sale del laboratorio.
La bioprotección, por su parte, se trata de las medidas diseñadas para prevenir la pérdida, el robo, la liberación o el uso indebido de un patógeno. Incluyen controles de acceso, controles de inventario y métodos certificados para descontaminar y eliminar residuos.
Sin embargo, cabe destacar que el estudio de patógenos altamente contagiosos, como lo es el del covid-19, nunca es 100% seguro. Solo que al tomar todas las medidas de precaución necesarias los riesgos son ínfimos.