martes, septiembre 9, 2025
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Científicos desarrollan un implante cerebral para eliminar pensamientos negativos y prevenir la depresión.

Un grupo de científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) desarrolló un dispositivo de “estimulación cerebral profunda” que “elimina” los pensamientos negativos con una estimulación eléctrica para prevenir la depresión.

Se trataría del primer caso en el mundo en demostrar que la estimulación altamente dirigida en un circuito cerebral específico podría ser una forma efectiva de tratamiento para la depresión severa, según especificaron en el estudio publicado recientemente en la revista científica Nature.

La depresión afecta aproximadamente al 5% de los adultos en todo el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), problemática que se vio acrecentada por la cuarentena y pandemia de coronavirus.

La investigación inicial fue realizada a partir del caso de Sarah, una mujer de 38 años con depresión severa que había tenido pensamientos suicidas en el 2016. Tras el diagnóstico, experimentó con al menos 20 medicamentos pero ninguno surtió efecto.

Desesperada, recurrió a otro tipo de tratamientos. Entre ellos, pueden mencionarse programas diurnos en un centro hospitalario, terapia electroconvulsiva y estimulación magnética transcraneal. Sin embargo, no obtuvo resultados.

Tras conocer la iniciativa de la Universidad de California en San Francisco, se ofreció como voluntaria para probar el implante. Por ende, procedieron a instalarle un dispositivo que funciona a modo de “marcapasos para el cerebro” calibrado para detectar el patrón de actividad neuronal que ocurre cuando se presentan los síntomas de la depresión. Allí, descarga pulsaciones de estimulación eléctrica para evitarla.

“Hemos desarrollado un enfoque de medicina de precisión que ha manejado con éxito la depresión resistente al tratamiento de nuestra paciente al identificar y modular el circuito en su cerebro que está asociado de manera única con sus síntomas”, dijo Andrew Krystal, profesor de psiquiatría, miembro del Instituto Weill de Neurociencias de UCSF y uno de los científicos detrás del desarrollo del dispositivo en un comunicado de prensa.

Con respecto a los resultados, 12 días después de implantar el dispositivo, el puntaje de Sarah en la escala estándar de depresión bajó de 33 a 14. Varios meses después cayó por debajo de 10, lo que significó un estado de remisión, informaron los autores del proyecto científico.

Andrew Krystal señaló: “Lo que creemos que está sucediendo en esta primera paciente es que algo en el entorno desencadena un proceso que provocaría un sentimiento negativo, el comienzo de lo que empeora su depresión. Lo detectamos antes de que se convierta en una depresión significativa y básicamente lo eliminamos.

Por su parte, Katherine Scangos, psiquiatra y autora principal de la investigación, afirmó: “Pudimos brindar este tratamiento personalizado a un paciente con depresión y alivió sus síntomas, no hemos podido hacer este tipo de terapia personalizada anteriormente en psiquiatría”. Scangos contó que en este momento hay dos pacientes más que forman parte del ensayo y el objetivo es incluir otros nueve más adelante.

El tratamiento todavía no cuenta con la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, según sus siglas en inglés).

Las críticas.

La implementación de este tratamiento ha recibido numerosas críticas porque modificar los pensamientos de un individuo  implica un posible dilema ético.

Una persona a la que se le haya implantado un sistema de circuito cerrado para atacar sus episodios depresivos podría verse incapaz de experimentar alguna fenomenología depresiva cuando es perfectamente normal experimentar este resultado, como en un funeral”, opinó Frederic Gilbert, filósofo experto en neuroética y profesor titular de Ética en la Universidad de Tasmania, de Australia.

Gilbert afirmó que un dispositivo que detecta solo la actividad cerebral no captará el contexto del sentimiento.

“Los sistemas invasivos automatizados implantados en el cerebro podrían intensificar constantemente su toma de decisiones y como resultado, podría comprometerlo a usted como agente de pensamiento libre”, advirtió.

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