sábado, septiembre 13, 2025
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Desde El Pasillo nos disculpamos, hoy solo tenemos algunas de nuestras verdades.

El covid, se sabe, expuso las tremendas desigualdades, dentro de cada sociedad y en las relaciones entre países ricos y pobres. Al fin y al cabo, el entrelazamiento humano, social, económico y político no se limita a un solo país o región, sino al planeta entero. En este mundo cada vez más pequeño y en tensión, la pandemia generó en una parte solidaridad y comprensión, pero en la otra, esa perversa e individualista, odio y violencia, que no es más que la herramienta que siempre se usó para someter a la mayoría al interés de una minoría poderosa y avarienta.

Estamos en San Juan, pero el mundo se achicó tanto que no hay forma de escapar o pensar que estamos aislados en un refugio. Ese vendaval también nos pega, con menor o igual fuerza, pero nos golpea. Desde El Pasillo, se nos hace difícil este domingo abstraernos de los impactos crecientes de la segunda ola: sanitarios, sociales y económicos. 

Más allá de la estadística o de saber que nacemos y morimos, ¿cómo dimensionar el dolor que los más de 600 fallecidos por covid en nuestra provincia han provocado?. ¿Cómo cuantificar el sufrimiento de los más de 36.000 contagiados?.
Hace un año los sanjuaninos ante la posibilidad de una sola muerte nos espantábamos y hoy con cierta sumisión nos sumergimos en esta nueva cotideaneidad. 

La historia ha demostrado que ante las adversidades la humanidad se ha sobrepuesto, pero también en la misma adversidad ha florecido lo peor de la esencia humana y esta no es la excepción.

Están quienes ven en las más de 60.000 muertes en el país una palanca que sirve para imponer su modelo económico y retomar el poder político. Ven, que cuanto peor se esté mejores oportunidades tendrán. Festejan cada fallo, problema y promueven todo lo que ayude a entorpecer y dividir.
Los discursos se escapan del dolor humano, de la preocupación genuina por el hambre o la carencia, ya no hay en las palabras ese espíritu de tomarse las manos ante la dificultad, todo lo contrario, el humanismo se evapora y se instalan en el plano destructivo. Priman los intereses y deseos políticos de los sectores económicos que representan y, por que nó, en aprovechar esta oportunidad para demoler al adversario de cualquier manera.

No es nuevo esto, ya el poeta y dramaturgo alemán Bertolt Brecht en relación a la segunda guerra decía: “Con la guerra aumentan las propiedades de los hacendados, aumenta la miseria de los miserables, aumentan los discursos del general, y crece el silencio de los hombres”.

Hoy en esta especie de guerra permanente en este planeta chiquitito vemos cada vez más de eso, desde estos parajes y los personajes que demuestran desprecio a la patria y mucho amor al extranjero dominador… vemos a Chile, Colombia…  al racismo y la extrema derecha con sus discursos criminales y sus acciones de terror… vemos Brasil, Estados Unidos, Europa… vemos con dolor Palestina… vemos eso en cada rincón del más desigual de los lugares del mundo: Latinoamérica.

Ninguna novedad, lo sabemos, pero sepan disculpar hoy no pudimos hacer El Pasillo como corresponde, no tenemos dimes y diretes, nos pesó mucho la conciencia y no podíamos acallarla. Tal vez la cita de Brecht que explique mejor nuestro estado de ánimo es esta: “cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad”.

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